jueves, 31 de marzo de 2011

Alternativa perfecta

Muchas veces no nos gustan nuestras fotos. Nos resultan aburridas, creemos que nos salimos bien, nuestro cuerpo no es el que nos gustaría.. Las nuevas tecnologías han solucionado este problema INCLUSO PARA LOS ZAPATOS!

A partir de esta foto e logrado que las modelos tengan zapatos diferentes y que incluso ellas mismas lo sean

Tras cogerla, le e dado un poco de color a la pierna izquierda:


Y luego a la derecha:






 Después usando desenfoques con el dedo, e obtenido una piel más suave a la vista para ambas.

Al acabar, e utilizado un blanqueamiento y también un enegrecedor para cambiar los colores de los tacones.

Y por último, le e dado volumen a la pierna de las modelos utilizando iwarp.
Tambíen les e reducido el tamaño del tobillo.

jueves, 24 de marzo de 2011

Spring is coming!

Dime cómo te calzas y te diré quién eres... No exagero. La naturaleza empezó a transformarse en historia y ésta se echó a andar (nunca mejor dicho) cuando la última troglodita se puso un par de zapatos. Ni los paleontólogos ni los arqueólogos han conseguido, hasta ahora, fechar ese momento mágico, genesíaco, cuya antigüedad –pues eso sí se sabe– resulta, por lo desmesurada, casi inverosímil. Nefertiti, sea como fuere, los usaba. Cleopatra, ni te cuento. Las emperatrices chinas los utilizaban para reducir el tamaño de sus lindos pies –costumbre, afortunadamente, desaparecida–, y seducir y hacer cosquillas con ellos a los emperadores (y a los validos de los emperadores) cuando las europeas aún andaban con los pinreles al aire. Consta asimismo, dicho sea a modo de guinda de tan augusto historial, que también la reina de Saba escondía sus pies de bruja en el primoroso estuche de unos zapatos de sangre azul. Lo sabemos porque Salomón descubrió que su amante era una criatura luciferina cuando, camino ya del lecho, se descalzó y permitió que el rey sabio viese por primera y, acaso, última vez sus pies desnudos, que no eran tales, sino pezuñas cabrías. ¿Generaron éstas morbo o susto y gatillazo? La leyenda no lo dice.








Los sociólogos, los psicólogos y, por supuesto, los sexólogos llevan siglos devanándose los sesos a cuento y cuenta de la riquísima simbología agazapada en los zapatos, sobre todo (aunque no solo) los femeninos. Imposible es rastrear y exponer aquí el resultado de sus pesquisas. Haré lo que pueda, diré lo que me quepa. Yavé –andrógino por excelencia– promulgó la ley mosaica con sus divinos pies –¿llevaría zapatos?– sólidamente plantados en la cumbre del Sinaí. Los dioses griegos moraban en lo más alto del monte Olimpo. La Virgen ascendió a los cielos. Las yetis viven en el Himalaya. Todas ellas –mujeres, monos, deidades– sabían por ciencia infusa que el poder exige elevación y que la elevación otorga poder. Los zapatos –suela, plataforma, plantilla, contera, tacón– añaden inicialmente eso, altura, y no sólo cobijo, a la estatura de las mujeres. Y así, de centímetro en centímetro, de regresivo grosor en progresiva delgadez, rizando el rizo del refinamiento, nacieron y crecieron los tacones altos, cada vez más altos, de aguja, de daga, de flecha que hiere en lo más vivo –el instinto de reproducción. Sin él no existiríamos –o de junco que cimbreándose da gallardía al cuerpo de una hembra y la transforma en mujer. O, a veces, en diosa.


Pensaba Freud, obsexionado, que la condición femenina genera y padece, desde la infancia, un oscuro complejo de castración, y –colándose por esa brecha– no pocos psicólogos y muchos psicoanalistas aseguran que la afición o adicción de las mujeres a los tacones altos obedece, en parte, a ese complejo y, protésicamente, lo compensa. ¡Mumm! No sé, no sé... Será o no será cierta la especie, que en tales cosas más vale ir con pies –y zapatos– de plomo, pero nadie, supongo, se atreverá a negar la evidencia de que los tacones altos, agudos o romos que sean, pero erectos siempre, parecen un símbolo del falo en actitud de procrear. De ahí, seguramente, lo ambiguo de su connotación erótica, que afecta tanto a los varones como a las mujeres.



Y a mí, con perdón, entre aquéllos. Lo primero que miro, remiro y valoro en el exterior de una dama –no, por supuesto, en su interior, que importa mucho más– es el tobillo: ahí su clase, su figura, su finura, el secreto encanto y el discreto donaire de su compás...Pues bien: nada, en mi opinión, realza tan sabiamente esa zona de la anatomía yin como unos zapatos o unas sandalias de puntiagudos tacones. Y si van éstos coronados por unas medias transparentes de rugosa costura... Eso es el acabóse.

Obsérvese, y dígaseme si me equivoco, el porte, la apostura y la gracia de un cuerpo de mujer encaramado a tan glorioso punto de apoyo. Dádmelo y, sin necesidad de palanca de Arquímedes, moveré el mundo. Todo, en esa figura, desplazado airosamente hacia delante su centro de gravedad, se torna elegancia grácil y suave arrogancia, tierna altivez, inocente lascivia, balanceo cadencioso, incitación al pecado de la carne y a la virtud de la mirada, aire en movimiento, estrella fugaz, mecánica celeste, tijereteo, sonrisa y trallazo de mascarón de proa...¡Señor, Señor! ¿Acaso la Belleza no es también, como dije, instrumento y destello del Poder?
Otro símbolo: el del barco... Proa, escribí, y popa, tendría que haber añadido. Son, efectivamente, vehículos de navegación con hechuras de chalupas accionadas por el velamen de las piernas que surcan las procelosas aguas de la tierra firme. Su diseño así lo indica, pero sospechan, además, los cartógrafos de la simbología agazapada en los objetos que los coleccionistas de zapatos son, en realidad, viajeros frustrados, nómadas sin caravana, polizontes de dique seco, marineritos de agua dulce siempre deseosos de hacerse a la mar.

Todo un emblema 
O, acaso, de subir en globo, en aeroplano, en ala delta, en lo que fuere, porque los zapatos son también, según la lírica, pájaros que vuelan a ras de tierra y, en cuanto tales, según la mitología transpersonal de la ciencia mística, emblemas de la búsqueda de luz, del subidón del Espíritu, del impulso de sensación consubstancial al ser humano... Un arquetipo, ¡vaya!, y no sólo de la conciencia, sino también, rebajándole los humos, de la ambición mundana, como se pone de manifiesto en el detalle, altamente significativo, de que los zapatos de Cenicienta –símbolo de la mujer que por mérito propio escapa de la miseria y asciende en la sociedad– sean cristalinos, refulgentes, centelleantes... Translúcidos, en definitiva. Las fábulas tiran a dar, nunca lo son en vano.

Valga un ejemplo: en Estados Unidos, que hoy por hoy, nos guste o no, son el Imperio y, por ello, la pauta, las mujeres de clase acomodada poseen por término medio, según las estadísticas, la friolera de treinta pares de zapatos por cabeza o, mejor dicho, por pie. Y sin eso, aseguran, no hay status que valga. ¿Comprenden por qué puse en la primera línea de este artículo lo de dime cómo te calzas y te diré quién eres?
Sí, sí, hasta las gatas necesitan zapatos. O botas, como el del cuento. Pónganse ustedes las unas o los otros y den pasos de siete leguas o de damisela china. Lo que importa es caminar, pero sin calzado no hay camino. Y elíjanlo bien: lo contrario les arruinará la vida. Buen viaje.

martes, 22 de marzo de 2011

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Echando mano de cortes, orificios, ranuras, agujetas, diferentes texturas, colores y transparencias, los botines que apreciamos en la fotografía son ejemplo de cómo el calzado puede ser protagónico en el atuendo, en aras de reanimarlo, hacerlo lucir más sofisticado o darte una apariencia más femenina.












Hay mujeres que prefieren tenerlos disponibles en el closet para poder usarlos en fiestas o eventos en los que sean oportunos. Si es de noche, los encajes serán una buena idea, como el botín negro a la derecha. Además de femenino, tiene un estilo delicado que puede prescindir o no de pantimedias, ya que no es peep-toe. Si quieres hacer lucir tus piernas más naturales y juveniles, no lleves pantimedias y úsalos con una falda que llegue justo arriba de la rodilla.





Para el botín color fiusha, se puede armar un outfit colonial color oscuro o mate, y dejarle a los zapatos el trabajo de hacerlo más alegre. La joyería puede ser plateada o de un color que combine cromáticamente, pero no dorada, ya que rompería con la armonía del color rosa.

lunes, 21 de marzo de 2011

Be original, my friend.

Tener personalidad, estilo, ser diferente, pero orientado al éxito, es lo que debes procurar en esta vida.
No por ser diferente y romper moldes, debes arriesgarte a perder prestigio o presencia.
Muchas veces basta un pequeño detalle.

Todo lo original es mejor cotizado. La ropa, perfumes, calzado, camisetas, jeans, que sean originales, tienen un gran valor agregado.



Si quieres destacar en algo, no imites, sé original, busca tu esencia y da rienda a suelta a lo que sientes






Be water, be original

my friend.

jueves, 17 de marzo de 2011

It's all about THEM.

Los zapatos completan el look deseado, y muestran la elegancia y sofisticación en nuestros pies. Con ellos reflejarás el estilo que llevas dentro. En caso no creas tener los modelos necesarios que combinen con toda tu ropa, acá te enseñaré algunos de los modelos de moda 2011 de la colección primavera-verano de Christian Louboutin.
Este diseñador de las suelas rojas te trae estilos y diseños nuevos para la temporada que podrás combinar con la mayoría de tu ropa. Si no puedes comprarte unos iguales, puedes tratar de buscar una alternativa parecida.