martes, 3 de mayo de 2011

Boda real, vista.

Ya que en todo el día casi no se ha hablado sobre otra cosa que no sea la Boda Real, no me voy a poner a "despellejar" a todas las invitadas, porque al final estaríamos posteando casi todas sobre lo mismo, no?


Así que voy a destacar a Victoria Beckham, que para mí iba muy bien, pero no he podido evitar fijarme en su altísimos y seguramente asesinos "Louboutin Daffodil Shoes".










Y me ha llamado la atención no solo el hecho de que se decidiera por esos zapatos tan altos estando embarazada, sino que haya repetido zapatos!






Me parece fantástico que reutilice sus prendas y zapatos, creo que es algo normal y no esa tontería que tienen algunas celebrities de no repetir jamás algo que ya usaron...

Si le gustan y se siente bien con ellos, que les saque partido que bien caritos le habrán costado :)






Y luego, imposible no comentar sobre estos tocados... Quien asesoró a estas chicas en su elección?

Con la cantidad de tocados bonitos que hay por ahí, con los millones de creadores que estarían encantados de regalaros un tocado para llevar en la boda, habéis elegido estos???




lunes, 2 de mayo de 2011

Una semana santa muy cansada

Lo que e descubierto esta semana santa ha sido:

Para aquiellas chicas geek que quieran estar a la moda con la tecnología ya existen unos zapatos de tacon con luces LED.




Los colores fuertes y las plataformas son para este 2011
Si alguna vez se han preguntado qué tipo de tacones son los que se deberán llevar este año 2011, observen con detenimiento las fotografías y vean las tendencias más notables para lo que queda del año.



Los tacones de este tipo, llamados también, por los entendidos de moda, “Stilettos”, son los que se adaptan a cualquier combinación de pantimedias o medias y de ropa, porque tienen ya en sí mismos, impresos colores distintivos y diferentes a lo común, además de sus diseños juveniles, que se pueden llevar con casi cualquier cosa.

martes, 12 de abril de 2011

Nike de tacón

¿Quién digo que no se puede hacer deporte en tacones?
Retocando unas Nike e conseguido que tengas el tacon de unos Louboutin.

Primero he utilizado estas fotos







Segundo, he rotado y cortado las Nike

Tercero, las he amoldado para darles forma de tacones

Cuarto, he cortado los Louboutin

Quinto, he unido todo.

lunes, 11 de abril de 2011

Guepardos made in Logroño

Utilizando el gymp e transformado unos louboutin phyton en unos louboutin guepardo.

1º Utilizando estas dos fotos

2º Girando el guepardo para amoldar su forma a los tacones

3º Modificando el guepardo para amoldarlo a los tacones







4º Cortando el tacón

5º Amoldando el tacón y recortándolo

6º Resultado final

lunes, 4 de abril de 2011

Sharpei shoes

Una de las ventajas de las imágenes retocadas es poder hacer zapatos de pieles imposibles como estos que he creado.



Primero he utilizado dos fotografías. Una de un perro de raza sharpei y otra de unos louboutin rojos.









Las he unido y deformado hasta lograr que la piel del sharpei encajase con los zapatos y por último las he amoldado a la horma del zapato.

viernes, 1 de abril de 2011

¿Zuecos?¿Si o no?

En esta secuencia de fotos e retocado un zueco de Chanel de la colección de esta primavera.
Todo un reto teniendo en cuenta que la pierna de la modelo da algo de grima.

Primero le e dado un poco de color a la blancura de su piel mediante el modo enegrecer


Y le e saneado la piel con la tirita



Luego e echo que su piel sea más suave mediante un difuminado



Despues le e dado ciertos matices blancos a sus zuecos



Y por último, e oscurecido las tachuelas, la suela y la cremallera



¿Mejor? Creo que si, aunque esto no quita que nos vayan a doler los pies igualmente.

jueves, 31 de marzo de 2011

Alternativa perfecta

Muchas veces no nos gustan nuestras fotos. Nos resultan aburridas, creemos que nos salimos bien, nuestro cuerpo no es el que nos gustaría.. Las nuevas tecnologías han solucionado este problema INCLUSO PARA LOS ZAPATOS!

A partir de esta foto e logrado que las modelos tengan zapatos diferentes y que incluso ellas mismas lo sean

Tras cogerla, le e dado un poco de color a la pierna izquierda:


Y luego a la derecha:






 Después usando desenfoques con el dedo, e obtenido una piel más suave a la vista para ambas.

Al acabar, e utilizado un blanqueamiento y también un enegrecedor para cambiar los colores de los tacones.

Y por último, le e dado volumen a la pierna de las modelos utilizando iwarp.
Tambíen les e reducido el tamaño del tobillo.

jueves, 24 de marzo de 2011

Spring is coming!

Dime cómo te calzas y te diré quién eres... No exagero. La naturaleza empezó a transformarse en historia y ésta se echó a andar (nunca mejor dicho) cuando la última troglodita se puso un par de zapatos. Ni los paleontólogos ni los arqueólogos han conseguido, hasta ahora, fechar ese momento mágico, genesíaco, cuya antigüedad –pues eso sí se sabe– resulta, por lo desmesurada, casi inverosímil. Nefertiti, sea como fuere, los usaba. Cleopatra, ni te cuento. Las emperatrices chinas los utilizaban para reducir el tamaño de sus lindos pies –costumbre, afortunadamente, desaparecida–, y seducir y hacer cosquillas con ellos a los emperadores (y a los validos de los emperadores) cuando las europeas aún andaban con los pinreles al aire. Consta asimismo, dicho sea a modo de guinda de tan augusto historial, que también la reina de Saba escondía sus pies de bruja en el primoroso estuche de unos zapatos de sangre azul. Lo sabemos porque Salomón descubrió que su amante era una criatura luciferina cuando, camino ya del lecho, se descalzó y permitió que el rey sabio viese por primera y, acaso, última vez sus pies desnudos, que no eran tales, sino pezuñas cabrías. ¿Generaron éstas morbo o susto y gatillazo? La leyenda no lo dice.








Los sociólogos, los psicólogos y, por supuesto, los sexólogos llevan siglos devanándose los sesos a cuento y cuenta de la riquísima simbología agazapada en los zapatos, sobre todo (aunque no solo) los femeninos. Imposible es rastrear y exponer aquí el resultado de sus pesquisas. Haré lo que pueda, diré lo que me quepa. Yavé –andrógino por excelencia– promulgó la ley mosaica con sus divinos pies –¿llevaría zapatos?– sólidamente plantados en la cumbre del Sinaí. Los dioses griegos moraban en lo más alto del monte Olimpo. La Virgen ascendió a los cielos. Las yetis viven en el Himalaya. Todas ellas –mujeres, monos, deidades– sabían por ciencia infusa que el poder exige elevación y que la elevación otorga poder. Los zapatos –suela, plataforma, plantilla, contera, tacón– añaden inicialmente eso, altura, y no sólo cobijo, a la estatura de las mujeres. Y así, de centímetro en centímetro, de regresivo grosor en progresiva delgadez, rizando el rizo del refinamiento, nacieron y crecieron los tacones altos, cada vez más altos, de aguja, de daga, de flecha que hiere en lo más vivo –el instinto de reproducción. Sin él no existiríamos –o de junco que cimbreándose da gallardía al cuerpo de una hembra y la transforma en mujer. O, a veces, en diosa.


Pensaba Freud, obsexionado, que la condición femenina genera y padece, desde la infancia, un oscuro complejo de castración, y –colándose por esa brecha– no pocos psicólogos y muchos psicoanalistas aseguran que la afición o adicción de las mujeres a los tacones altos obedece, en parte, a ese complejo y, protésicamente, lo compensa. ¡Mumm! No sé, no sé... Será o no será cierta la especie, que en tales cosas más vale ir con pies –y zapatos– de plomo, pero nadie, supongo, se atreverá a negar la evidencia de que los tacones altos, agudos o romos que sean, pero erectos siempre, parecen un símbolo del falo en actitud de procrear. De ahí, seguramente, lo ambiguo de su connotación erótica, que afecta tanto a los varones como a las mujeres.



Y a mí, con perdón, entre aquéllos. Lo primero que miro, remiro y valoro en el exterior de una dama –no, por supuesto, en su interior, que importa mucho más– es el tobillo: ahí su clase, su figura, su finura, el secreto encanto y el discreto donaire de su compás...Pues bien: nada, en mi opinión, realza tan sabiamente esa zona de la anatomía yin como unos zapatos o unas sandalias de puntiagudos tacones. Y si van éstos coronados por unas medias transparentes de rugosa costura... Eso es el acabóse.

Obsérvese, y dígaseme si me equivoco, el porte, la apostura y la gracia de un cuerpo de mujer encaramado a tan glorioso punto de apoyo. Dádmelo y, sin necesidad de palanca de Arquímedes, moveré el mundo. Todo, en esa figura, desplazado airosamente hacia delante su centro de gravedad, se torna elegancia grácil y suave arrogancia, tierna altivez, inocente lascivia, balanceo cadencioso, incitación al pecado de la carne y a la virtud de la mirada, aire en movimiento, estrella fugaz, mecánica celeste, tijereteo, sonrisa y trallazo de mascarón de proa...¡Señor, Señor! ¿Acaso la Belleza no es también, como dije, instrumento y destello del Poder?
Otro símbolo: el del barco... Proa, escribí, y popa, tendría que haber añadido. Son, efectivamente, vehículos de navegación con hechuras de chalupas accionadas por el velamen de las piernas que surcan las procelosas aguas de la tierra firme. Su diseño así lo indica, pero sospechan, además, los cartógrafos de la simbología agazapada en los objetos que los coleccionistas de zapatos son, en realidad, viajeros frustrados, nómadas sin caravana, polizontes de dique seco, marineritos de agua dulce siempre deseosos de hacerse a la mar.

Todo un emblema 
O, acaso, de subir en globo, en aeroplano, en ala delta, en lo que fuere, porque los zapatos son también, según la lírica, pájaros que vuelan a ras de tierra y, en cuanto tales, según la mitología transpersonal de la ciencia mística, emblemas de la búsqueda de luz, del subidón del Espíritu, del impulso de sensación consubstancial al ser humano... Un arquetipo, ¡vaya!, y no sólo de la conciencia, sino también, rebajándole los humos, de la ambición mundana, como se pone de manifiesto en el detalle, altamente significativo, de que los zapatos de Cenicienta –símbolo de la mujer que por mérito propio escapa de la miseria y asciende en la sociedad– sean cristalinos, refulgentes, centelleantes... Translúcidos, en definitiva. Las fábulas tiran a dar, nunca lo son en vano.

Valga un ejemplo: en Estados Unidos, que hoy por hoy, nos guste o no, son el Imperio y, por ello, la pauta, las mujeres de clase acomodada poseen por término medio, según las estadísticas, la friolera de treinta pares de zapatos por cabeza o, mejor dicho, por pie. Y sin eso, aseguran, no hay status que valga. ¿Comprenden por qué puse en la primera línea de este artículo lo de dime cómo te calzas y te diré quién eres?
Sí, sí, hasta las gatas necesitan zapatos. O botas, como el del cuento. Pónganse ustedes las unas o los otros y den pasos de siete leguas o de damisela china. Lo que importa es caminar, pero sin calzado no hay camino. Y elíjanlo bien: lo contrario les arruinará la vida. Buen viaje.